La plantación a gran escala de monocultivos como la palmera de aceite tiene consecuencias devastadoras para las comunidades que habitan los territorios y para el medio ambiente. El sistema económico capitalista imperante extrae recursos al sur global destruyendo los modelos de vida locales y forzando a las comunidades a desplazarse. En contextos como el de Guatemala, además, la propiedad de la tierra fue una de las causas que originó el conflicto armado y que sigue contribuyendo a la desigualdad social ya la explotación de población indígena.